Las islas griegas, estación por estación
Como indicamos en el anterior artículo, los cruceros por las islas griegas sólo funcionan de mediados de marzo a principios de noviembre (durante el período de primavera y verano griego).
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En verano, con las islas griegas resecas y abrasadas, la temporada turística alcanza su apogeo. Los lugareños con habitaciones para alquilar abordan a los viajeros al pie de los ferries y los precios suben. A veces, imprevisiblemente, alivia el calor el méltemi, un fuerte y borrascoso viento norteño del Egeo que altera los horarios de los ferries y hace delicias para los windsurfistas. En junio se recoge el trigo y están sazón las cerezas, albaricoques y melocotones. En julio los higos empiezan a madurar. Agosto es el mes del éxodo masivo a Atenas hacia las islas, sobre todo para la fiesta de la Asunción, el 15 de agosto. A fines del verano, maduras ya las primeras uvas, las temperaturas se disparan.
Las islas griegas en primavera y otoño
La primavera, que se dice ánoixi (apertura), es el preludio de la temporada turística en las islas. Después de invernar en Atenas o Rodas, los hoteleros comerciantes ponen rumbo a las islas griegas más pequeñas que están más bellas que nunca en primavera, alfombradas de amapolas, manzanilla y ciclamen.
Durante el otoño, los meses de septiembre y octubre siguen siendo calurosos en el Dodecaneso, Creta y las Cícladas, aunque más al norte puede haber lluvias y mar encrespado. Octubre trae el veranillo de san Dimitrios, una placentera ola de calor que pone a punto los primeros vinos. La temporada de caza.
Comienza también la temporada pesquera, y los frutos de mar pueblan las cartas de los restaurantes. A finales de octubre, muchos isleños se dirigen a Atenas, abarrotando los ferries y deseándose Kalo Chimoná (buen invierno). Pero en las islas la vida tradicional continúa: se recoge la aceituna y las ristras de ajos, cebollas y tomates se cuelgan a secar el invierno.
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