Mini guía de Mykonos: playas, restaurantes, clubs, lugares de interés
Según refiere un antiguo mito, las rocas esparcidas por el árido paisaje de Mykonos son los restos solidificados de los gigantes muertos por Heracles. A pesar de su apariencia desértica, Mykonos se convirtió en una de las más famosas (y caras) de las islas del Egeo.
A ella acuden turistas de todo el mundo atraídos por sus playas de arena y los bares y restaurantes que se apiñan en el puerto, también llamado Mykonos. Las calles encaladas de esta isla, las casas cúbicas y las iglesias con su toque azul o celeste de las puertas o cúpulas constituyen el estereotipo de la arquitectura clásica de las Cícladas.
¡En Greca puedes encontrar paquetes de viajes a Mykonos en el mejor precio y modificarlos a tu medida! Echá un vistazo a nuestra guía completa de Mykonos.
La fama de Mykonos, reside en sus playas ya que, particularmente, no es una isla verde. Las mejores de ellas están en la costa sur de la ínsula. Platýs Gialós, 3,5 km al sur de la ciudad, es la playa familiar por excelencia, con deportes acuáticos y un largo brazo de arena. Los que quieren broncearse de cuerpo entero podrán poner rumbo a las famosas playas nudistas. La primera es Páraga, o Agía Anna, un rincón tranquilo con una buena taberna. La siguiente es Paradise, con camping, discoteca y deportes náuticos. Eliá, también nudista, se llena en temporada alta.
Qué hacer en Mykonos
Por su parte, Mykonos también se destaca por su vida noctura. Y allí albergan varios de los mejores bares, clubs y discos de Grecia alrededor de la costa. Estos son: Cavo Paradiso, Jackie O, Babylon, Astra, Scorpios, Kalua Beach Bar, Pasaji, SantAnna, Katerina’s, Galleraki, entre otros.
Los que estén limitados de tiempo quizás deban empezar su recorrido por Mykonos con una rápida visita al museo Arqueológico, para indagar un poco en la intrigante historia del santuario. El museo alberga esculturas funerarias délicas descubiertas en el vecino islote de Renia, muchas con escenas de duelo. La obra más significativa de Mykonos es una pithos (jarra para conservas) del siglo VII a.C. que representa a los griegos saliendo del caballo de Troya.
Desde el museo, dobla a la derecha por Polykandrioti y llegará a la parte central del puerto. Allí, el mejor momento es el atardecer, cuando los isleños pasean por el malecón para reunirse con los amigos y acudir a los numerosos cafés. El busto de Mando Mavroyennis, la heroína de la isla, se alza sobre un pedestal en la plaza Mayor.
A lo largo del muelle puede verse a Petros II, el Pelícano, la mascota de la localidad, reluciéndose con su pico. En los años cincuenta pasaron por Mykonos una bandada de pelícanos migratorios y una de las aves, exhausta, se quedó atrás. El pescador Vassilis lo cuidó hasta que recobró fuerzas.
Este fue el Petros original. Y el Petros actual, probablemente, se trate de algún descendiente al que le gusta ser el centro de todas las miradas y perpetuar la tradición.
Perpendicular al muelle discurre la calle Matogianni, principal arteria comercial, donde se suceden joyerías, boutiques, cafés y pastelerías. Un alto en el camino: Pruebe las tradicionales galletas de almendras de la isla. Aunque esta especialidad la ofrecen casi todas las pastelerías, las mejores se encuentran en Skarapoulos (en la calle Matogianni). Nikolaos Skarapoulos inició en el negocio familiar en 1921.
Al final de esta calle, si dobla a la derecha hacia Enoplon Dynameon, verá pronto el encantador museo Marítimo del Egeo. Asimismo, si sigue hacia el oeste por esta misma calle, girando por Mitropoleos Georgouli continúe unas cuantas manzanas en dirección al puerto. Muchos de los primeros capitanes de barco construyeron aquí mismo, a orillas del mar, hermosas casas con balcones de madera. Pequeña Venecia es el nombre que se le da hoy a este barrio situado en el extremo suroeste del puerto. De estas distinguidas casas, unas cuantas se han convertido en bares elegantes donde, al crepúsculo, reina un ambiente romántico.
En la distancia, al otro lado de las aguas, alineados como soldaditos de plomo sobre la alta colina, se perfilan los famosos molinos de viento de Mykonos, eco de una época en que se empleaba la energía del viento para moler el grano de la isla.
De acuerdo a los lugareños, la más famosa iglesia de las tantas que habitan en Mykonos es la de Paraportiani (extramuros), que está en la calle Ayion Anargyron, cerca del museo del Folclore.
En contraste, en el pueblo interior de Ano Merá, 7,5 km al este, viven ajenos al turismo. Su mayor atracción es Panagía i Tourlaní, del siglo XVI, dedicada a la protectora de la isla. Fundado por dos monjes de Páros, el monasterio, con cúpula roja, se restauró en 1767. La ornamentada torre de mármol fue esculpida por artesanos de Tinos. En el interior se guardan bellos iconos del siglo XVI, casullas y bordados. Al noroeste del pueblo se alza la colina de Palaiókastro, coronada en su día por un castillo veneciano, se cree, que fue el emplazamiento de una de las antiguas ciudades de Mykonos, pero lo que hoy se ve es Moní Palaiokástrou, del siglo XVII. Al noroeste, en la linda aldea de Maráthi, se halla Moní Agíou Panteleïmona, fundado en 1665; desde aquí, la carretera sigue a la bahía de Panórmos y Fteliá, paraíso de windsurfistas.
¡En Greca puedes encontrar paquetes de viajes a Mykonos en el mejor precio y modificarlos a tu medida!